Debo aceptar que cuando decidí asumir la bicicleta como transporte fui víctima de la moda que sobre ella se ha ejercido. Compré a "La Romina" en el Centro Comercial, 900 pesos. Bicicleta sencilla que poco a poco fui configurando a mi gusto. Meses después la robarían.
Las visitas a las tiendas fueron continuas y con resultados frustrantes. La mayoría de los accesorios que quería, doblaban en suma el precio de mi bicicleta. Al final encontré una tienda que daba precios muy accesibles. Cambié el manubrio, el asiento, adapte una canastilla y un portabultos. Después de ello desistí de acudir a las tiendas de moda a la que muchos ciclistas acuden.
En las calles se pueden mirar bicicletas caras, con accesorios muy ostentosos. Asimismo, en los grupos de FB se pueden ver publicaciones en las que ofrecen piezas con poco uso (argumentando que lo hacen porque se compraron otras). Alrededor de la bicicleta se teje un mercado de consumismo en donde el desplazarse ha dejado de ser importante y se ha convertido en una pasarela.
Slogan: Pedaleo poco al último grito de la moda.
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